Desde hace un tiempo se me hace difícil mantener en equilibrio la concentración.
No es novedad alguna si digo que el teléfono puede ser el perfecto generador de ruido y evaporador de concentración. Semejante efecto destructivo sólo es igualado por el guante del infinito.
Creo que en algún episodio del podcast conversé con alguien sobre esto de las interrupciones y lo difícil que es recuperarse.
Cada tanto logro tener esos momentos de claridad en los que uno consigue alejarse al menos unos pasos hacia atrás y ver qué es lo que está haciendo (mal, por supuesto).
Algunas de mis batallas recientes han sido contra las notificaciones de celular.
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